viernes, 28 de octubre de 2011

Llenar el vacío del alma rota



Aunque es difícil y hasta doloroso tocar ciertos temas, debemos entender que no podemos tener "asignaturas pendientes". ¿Cómo tratar las heridas que cuestan sanar?
Estaba allí hace un minuto. Tus dedos buscan en las esquinas del bolsillo de tu campera que ahora está vacío. "¡No miento, sé que está por aquí!" Pero el tipo de seguridad, que tiene el tamaño de tu heladera, te saca de la fila. Luego deja que tus amigos pasen por la entrada al escenario. Después de todo, ellos tienen sus pases. Pases para ir detrás del escenario del concierto del siglo. Quizás el concierto del milenio. ¿Y vos? Bueno, en este momento tienes nada.
Allí es cuando descubres el agujero en tu bolsillo. Y sí, hay algo allí. Puedes sentirlo. Sacas un pedazo de papel arrugado: una nota que te excusa del segundo período del martes. Te preguntas a dónde fue a parar. Luego sacas un chicle. Después, un descuento para el lavado del auto. Una moneda. Un botón. Para este entonces no te sorprendería también encontrar allí el disco que pensaste haber perdido la semana pasada. Sigues sin pasar.
Metiendo todo un puño a través del agujero, desgarras lo que queda de tela. Mueves tu brazo como una serpiente por todo el fondo de tu chaqueta hasta que, sí… la punta de tus dedos tocan algo.
Sacas del bolsillo tu pase y se lo entregas a quien sea que esté cuidando la entrada. Te echa una mirada de esas que funden metal, pero entonces asiente. ¡Estás adentro! En cuanto a tu campera, bueno… tienes suerte de que tu madre sepa manejar la aguja y el hilo.
Una cosa es tener un agujero en tu bolsillo. Otra cosa totalmente diferente es tener un agujero en tu alma. De todas formas, ambas tienen algo en común. No se pueden arreglar por sí solas. De hecho, si no te ocupas de arreglarlas, es muy probable que el agujero se haga cada vez más grande.
Un agujero en tu bolsillo es un inconveniente, algo que se traga entradas, llaves del auto y monedas. Pero un agujero en tu alma puede tragarse cosas que son mucho más valiosas. Cosas como la alegría, la esperanza, la paz y la fe. Cosas que extrañarías más que cualquier cosa que puedes agarrar con la mano.
Entonces, ¿cómo es que se crean estos agujeros? Algunos comienzan siendo pequeños. Intentas algo "solo una vez". Pero una vez no es suficiente. Tomas una mala decisión solo para impresionar a aquellos a tu alrededor. Haces algo que sabes que después te arrepentirás de haberlo hecho, pero lo único que te importa es el ahora. En lugar de trabajar en tus problemas, los ignoras. En lugar de conversar tus malentendidos con tus amigos, los dejas. Luego, sufres las consecuencias y te golpeas mentalmente hasta quedar K.O.
Otras veces, aquellos que te rodean pueden abrirte tantos agujeros que te sientes como una rebanada de queso. Tus padres se divorcian. Tu verdadero amor te deja por otro. Tu amigo más cercano hace público algo que le contaste en secreto. Tu mamá o tu papá son transferidos por trabajo y, de pronto, tu familia está empacando todo y se muda a un millón de kilómetros, e insisten en llevarte con ellos. Te conviertes en el centro de las bromas, solo porque no te mezclas con el resto de la multitud. Eres usado o abusado, molestado o empujado, abandonado o completamente ignorado.
Luego están esos momentos en los que las cosas solo suceden. Incendios, tornados e inundaciones. Accidentes. Despidos. Dolores físicos y enfermedades sin cura. La muerte de alguien a quien quieres. Hay cosas en esta vida que pueden rasgar un agujero en tu alma, tan profundo que sientes que nunca podrás sanar o volver a estar completo.
Una vez que aceptamos el amor radical de Jesús, es fácil hablar de las cosas buenas, como lo mucho que importamos, lo profundamente enamorados que estamos y cómo lo que hacemos realmente puede hacer una diferencia positiva en este mundo. No podemos evitar estar agradecidos por las cosas que cambiaron en nuestras vidas. Pero, ¿qué hay de las cosas que cambiaron? ¿Y qué hay de las cosas feas que nos atormentan y hacen que nuestra fe tiemble?
¿Tienes agujeros en tu alma? No puedes quitar hábitos. No puedes ignorar el dolor. No puedes olvidar las penas. No puedes llenar el vacío. No puedes controlar el enojo. No puedes abandonar la amargura. La culpa que sientes que mereces.
Si estás listo para afrontarlos, Dios está listo para ayudarte a arreglarlos. Y todo comienza con la oración.
Comienza a ser honesto con Dios acerca de todas las áreas de tu vida. Incluso las cosas de las cuales preferirías no hablar. Las cosas que intentaste esconder. Dios lo ve todo. Pero Él quiere que tú también lo veas. Que lo veas por lo que es. Las cosas que se interponen en tu relación con Él y con los demás. Las cosas que evitan que madures para ser la persona que Él creó para que fueras. Las cosas que no necesitas. Las cosas que no quieres. Las cosas que no tienes razón alguna para seguir reteniendo.
Para librarte de cosas como estas, necesitas sacarlas de la oscuridad y exponerlas a la luz. Necesitas reconocer lo que está escondido y lo que está lastimando al Único que tiene el poder para deshacerse de esto de una vez por todas. Entonces, ¿para qué seguir esperando? ¿Qué tienes que perder? Además de ese dolor en tu alma…

Algo huele mal
Nuestros problemas por el "agujero del alma" son tan personales como las huellas digitales. Podemos llamarlos por el mismo nombre –como "abandono", "cáncer", "alcoholismo", o "abuso sexual"–, pero cada uno tiene su propia historia, su propio patrón individual llevado a la fábrica de almas humanas. Cada uno también tiene su propio camino individual a la sanidad. Gracias a Dios, es un camino que nunca tendremos que caminar solos, porque Él promete estar a nuestro lado, más cerca que un chico de primer año a su horario del primer día de clases.
Pedirle a Dios que sane nuestras heridas y quite nuestros problemas es la primera reacción cuando estamos asustados o sufriendo. Así es como estamos cableados. Incluso, la gente que dice no creer en Dios, muchas veces se encuentra orando cuando los golpea una tragedia. Entonces, ese primer paso para sanar debería ser fácil, ¿verdad? Habla con Dios acerca de tus problemas. Suena como si fuera demasiado fácil, pero hay momentos en los que no es tan fácil como suena.
A veces las cosas suceden y no nos damos cuenta de cuánto nos afectaron. Nos conformamos a nosotros mismos con el pensamiento de "Me alegro que haya terminado" y seguimos avanzando. Todo como siempre. No nos damos cuenta que tenemos un agujero en nuestra alma que se agranda cada vez más, hasta que algo parece estar apagándose y nuestro comportamiento comienza a apestar. ¿Cómo se ve eso? Quizá enloquecemos por pequeñeces, nos dormimos llorando noche tras noche, nos alejamos de nuestros amigos y de nuestra familia, dejamos de hacer cosas que solíamos disfrutar, dependemos de las drogas –con prescripción o no– para llegar al final del día, nos lastimamos a nosotros mismos, lastimamos a otros, tomamos demasiado, comemos demasiado, comemos demasiado poco.
Podemos llegar a tener comportamientos como estos sin darnos cuenta que estamos cayendo realmente rápido en picada. Pero, ya sea que alguien que se preocupa por nosotros nos llame la atención o que notemos nuestro cambio, estas son señales de advertencia a las que tenemos que atender inmediatamente.
Si te ves a ti mismo en esta lista, ora. Pero no te detengas allí. Pídele a Dios que te dé coraje para hablar con un adulto en el que confíes. Puede ser un pariente, un profesor, un consejero del colegio o tu pastor. Cuéntale a esa persona lo que está pasando, y desde cuándo. Pídele que te ayude a encontrar la ayuda que necesitas. Tener el coraje para ver a un consejero o a un médico cuando lo necesitas, no es una señal de debilidad. Es una señal de fortaleza.
Si notas que sangras, te vendas. Si notas que tienes un agujero en tu alma, deberías ocuparte de arreglarlo. Pronto. El hecho de ignorarlo solo permite que se agrande. Por eso es que es tan importante pasar tiempo con Dios diariamente. Cuanto antes notes que algo anda mal, antes puedes pedirle ayuda a Dios, más cercana será tu relación con Él, y evitarás más penas y dolores en esa área en el futuro.
¿Cómo es eso de pasar tiempo con Dios, en especial cuando luchamos contra el agujero en nuestra alma? El Salmo 42 lo enseña maravillosamente. Es una canción acerca de un tipo que sigue una "dieta de lágrimas". La gente se burlaba de él, preguntándole: "¿Dónde está tu Dios?" Su respuesta es: "Recuerdo esto y me deshago en llanto" (vv. 3-4).
Los bolsillos de nuestra vida se llenan tanto de basura como los bolsillos de nuestra campera. Y cuando hay un agujero en ese bolsillo, las cosas quedan atrapadas adentro en ese lugar en vez de tirarse a la basura, que es donde pertenecen. Cuando le pedimos a Dios que sane nuestras heridas, también necesitábamos pedirle que nos ayude a vernos a nosotros mismos con claridad, con los agujeros en nuestra alma y todo. Entonces podemos mirar lo que encontramos y decidir lo que vale la pena guardar y lo que merece ser arrojado al basurero.
Hay un secreto para tirar cosas. Se llama perdón. Si guardas algo que te hizo alguien, algo que tú hiciste y te arrepientes o algo que piensas que Dios nunca debería haber permitido que te suceda, cuanto más lo guardes, más te desgarrará. Juegas con eso sin darte cuenta, al igual que cuando juegas con una bolita de papel en tu bolsillo. Te distrae de lo que es importante, de lo que sucede en tu vida ahora mismo.
En la tierra de las tarjetas de bienvenida, se alienta a la gente a que "perdone y olvide". Pero eso no es realista. Y de seguro que no es bíblico. Jesús no te pedirá que te olvides de tus errores. Te dice que recuerdes. Que recuerdes lo mucho que has sido perdonado. Colosenses 3:13 dice: "Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes".
No hay nada que puedas hacer que Jesús no vaya a perdonar si es que se lo pides. Por eso, no tienes derecho alguno de retener algo en contra de otra persona. Eso no significa que los males que hagas y los males que te hagan no importan. Importan tanto que Jesús murió para limpiarlos.
Pero con Dios, lo perdonado está perdonado. De una vez por todas. Ya no está. Es historia. Sayonara. Fin. No se admiten basuras.

Tu vida de oración
Entonces, limpiaste tus bolsillos. Con la ayuda de Dios, examinaste qué guardaste. Elegiste perdonar lo que necesita ser perdonado. Ahora es tiempo de poner en práctica lo que sabes. ¿Recuerdas el Salmo 42? En el versículo 6 canta: "Me siento sumamente angustiado; por eso, mi Dios, pienso en ti".
Cuando al agujero en tu alma se le permite crecer, las cosas pueden volverse tan oscuras y complicadas que pierdes la noción de lo que es verdad, en cuanto a ti y en cuanto a Dios. Incluso puedes comenzar a preguntarte: "¿y qué si tengo un propósito en este mundo? Estoy sufriendo y ya no quiero lastimar a nadie".
El dolor puede hacer que todo parezca no tener importancia. Insignificante. Por eso es tan importante sacar tus ojos del dolor por un tiempo y enfocarte en lo que sabes que es verdad. Ponte más en contacto con La Biblia. Lee los salmos y los evangelios. Lee también las cartas del Nuevo Testamento. Toma pequeños pedazos de Las Escrituras y mastícalos mentalmente por un rato. Pídele a Dios que te ayude a comprender lo que lees y a ver cómo se aplica en tu vida.
Luego, pon en práctica lo que ya sabes. Cuando una banda se prepara para ir de gira, practican una y otra vez las canciones que van a tocar. Después, cuando llega la noche de apertura, cuando todos gritan, fluye la adrenalina y la presión se eleva, la banda no tiene problemas para recordar lo que se supone que deben hacer. Lo saben. Y lo hacen.
Lo mismo sucede con La Palabra de Dios. Cuanto más repases que lo que dice Dios que es verdad, tanto más surgirá en tu mente y tu vida esta verdad sin previo aviso, y tanto más te elevará y consolará.
Allí es cuando el Salmo 42:8 se vuelve realidad: "Esta es la oración al Dios de mi vida".
Dios tiene un plan, una "oración", para cómo se supone que debería ser su mundo. Es algo así: cuando utilizas tiempo para orar, confesar lo que has hecho mal y aceptar el perdón de Dios, perdonar a los que te lastimaron, poner en práctica lo que sabes que es verdad, leyendo y releyendo La Palabra de Dios. Entonces, lo único que queda por hacer es actuar de acuerdo a lo que has aprendido.
Actuar es una parte importante para sanar el agujero en tu alma. Tal vez necesitas pedir perdón por algo de hace mucho tiempo. Pedir ayuda con tu depresión. Perdonarte a ti misma por haber tenido un aborto. Comenzar el trabajo duro de terminar con una adicción. Sea cual fuere la acción que necesitas tomar, Dios está allí contigo. Te ayudará a hacer lo que necesites hacer para sanar.
Si quieres amar bien a los demás, primero necesitas amarte a ti mismo lo suficiente como para ocuparte de los problemas de tu propia vida. Es como el consejo que repiten una y otra vez todas las azafatas cuando el avión está rodando por la pista: "Póngase su máscara de oxígeno antes de asistir a otros".

En otras palabras, cuanto más sana esté tu alma, más fácil y más natural se te hará ayudar a los demás a tu alrededor, en amor y con tu corazón. Luminizate.com/AvanzaPorMas.com

Todd Hafer & Vicki Kuyper

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