martes, 6 de enero de 2009

Quitando las manchas de las relaciones


Vamos a hablar sobre las relaciones. Me causa una gran emoción, porque el tema de las relaciones es algo muy común y fuerte. Tengo el privilegio de enseñar a diferentes tipos de gente alrededor del mundo. A millonarios que no quieren saber sobre cómo ganar dinero, sino cómo mejorar su relación con su esposa, con sus hijos. No quieren saber de negocios, sino de problemas relacionales. Los necesitamos, no podemos evitarlos, pero son difíciles.



Quiero hablar de cómo sanar las relaciones. Las cosas que nos azotan dejan cicatrices. Me refiero a lo que pasamos diariamente, dado a ese padre que dijo que nunca llegarías a ser alguien en la vida, ese vacío, la confusión en tu sexualidad, etc. Tal vez cuando eras joven, algún tío de tocó, tal vez en estos momentos estás atravesando una situación así.



Génesis 1

El recuento de la creación. Dios creó la luz y nos dice que vio que era buena. Verso 10 dice que vio que todo era bueno: árboles, plantas, vegetales, los animales. La Biblia dice que todo lo que hacía era muy bueno. Entonces, Dios puso a Adán a cuidar el huerto.



Gen 2:18

El hombre fue creado a la imagen de Dios, pero vio Dios que no estaba bien a solas. Dijo: “Le voy hacer una compañera que lo ayude”. Hay personas que dicen: “Yo sólo necesito a Cristo, nada más, pero eso no es cierto”. Adán tenía a Dios, pero seguía necesitando de relaciones. Necesitaba alguien que le tocase. Mi esposa nació en Rumania, recuerdo que cuando era joven, solía ir a esos orfanatos repletos de niños, no tenían nada, por lo menos recibían su alimentación. Ella notaba que se mecían de un lado para otro, y se preguntaba por qué. Entonces, le explicaron que eso les pasa a todos los huérfanos, porque no tienen ese toque personal. Todos fuimos hechos para tener relaciones. El 70 por ciento de nuestro tiempo la pasamos relacionándonos con los demás.



He viajado en más de 50 países y he visto a muchos jóvenes como ustedes, podemos confrontar las adversidades, situaciones alocadas, pero lo que más nos azota es el área relacional. Algunos pastores se rinden no por la persecución, ni por la finanzas, ni la unción, sino porque se sienten aislados. Necesitamos relaciones. Cuando era un niño pequeño, éramos muy pobres en Uganda, nos hacía falta comida. Por la mañana antes de ir al colegio, recogía mangos y los disfrutaba camino al colegio. Me guardaba uno para el almuerzo, y estaba esperando para comer de nuevo hasta que sonara la campana. Buscaba una sombra para comérmelo, lo sacaba y lo disfrutaba. Pero de vez en cuando, mordía mi mango, y de repente, me daba cuenta que estaba podrido. Con las relaciones es lo mismo, encuentras a una persona, un mejor amigo y se comunican, caminan juntos, pero algunas veces, cuando comienzas a disfrutar el fruto de la relación, te das cuenta que no era lo que esperabas. Cuando te hiciste amigo de él o ella era genial, pero conforme pasó el tiempo, ese “mango” salió mal. Escuche el principio: Tu futuro va de la mano de la gente con la cual te asocias. Las relaciones son como los elevadores, como escaleras, algunas te suben, pero la mayoría te bajan, pero te van a llevar a algún lado. No existe una relación neutral. Cuando alguien entra a tu vida, van a darte algo, o te van estancar.



Proverbios 18:24

Hay amigos que se destruyen mutuamente; pero un verdadero amigo es más cercano que un hermano. Hay amigos que destruyen y hay amigos que edifican. Todos tenemos dos clases de personas que nos acompañan todos los días. Los que te edifican, los denominan porristas, están en tu vida para celebrarte, todos necesitamos porristas a nuestro alrededor.



Tenemos gente que dice: “Sí puedes, no vas a fracasar, vas a salir adelante, te quiero, estoy aquí para ayudarte”. Además, tenemos en nuestra vida “corruptores”. Ellos caminan contigo, pero no están para ti.



Proverbios 13:20

Habla que si andas con sabios, serás sabio, pero que el acompañante de insensatos, será destruido.



I Corintios 15:33

No os engañéis, la mala compañía corrompe los buenos modales. Hay dos clases de acompañantes, pero ¿cómo distingues uno del otro? Sé que algunos de ustedes están sentados con su mejor amigo. Mírenme a mí, no a ellos. Te voy a dar siete interrogantes que debes responder para determinar si la persona que te acompaña es un porrista o si te están reprimiendo.



Número uno: ¿Cómo está su caminar con Dios? ¿Valora las cosas de Dios? Si caminas con tu amigo y te dice: “Si me dan ganas, voy a ir a la iglesia…” Eso no es algo bueno.



Número dos: ¿Tenemos los mismos valores? Significa que las cosas que me son de mucho valor, serán de mucho valor para mi amigo.



Número tres: ¿Valoran mi sueño? Eso es muy importante. A veces, hay personas que crees que son tus amigos, pero cuando les hablas de tus sueños, y volteas a ver, ni siquiera te está poniendo atención. El debiera estar contigo, y animarte.



Número cuatro: ¿Se ríe contigo? Si alguien es tu amigo y vienes y compartes lo que Dios ha hecho en tu vida, como que finalmente tu padre está conociendo al Señor, o que fuiste promovido en tu trabajo, voltea a ver a tu amigo y observa su reacción.



Número cinco: ¿Lloran contigo? Le dices: “Me van a despedir de mi trabajo, ¿qué voy hacer?” ¿Cómo responde tu “dis” que amigo? Te dice: “Vas a estar bien, a todos nos pasan…” o te dice: “eso es horrible, voy a orar por ti, salgamos juntos adelante”. Un verdadero amigo va a llorar y reír contigo.



Número seis: ¿Son estables? Tengo amigos que me dicen: “Creámosle a Dios por eso, estoy orando.” Yo oro y oro, y regresa una semana después, y le pregunto cómo le fue con eso por lo que se supone estábamos orando, y me dice “¿cual, ah… ese…? Pregúntese hacia dónde va; si no va a ningún lado, ya ha llegado a su destino.



Número siete: ¿Son gente de carácter? El carácter es importante. Observa si se comprometen, si tienen integridad. Te dicen: “No puedes hacer eso en mi presencia”. Aunque eso pueda afectar su relación. Un buen amigo dice “no lo hagas, porque eres cristiano, eres un siervo del Señor”.



Recuerdo que regresando, porque mi mango me salió podrido y tenía hambre, mis amigos sólo se reían, me miraban, pues tenía una gran mancha de mango. Ellos pensaban que me había ensuciado en el baño, que había tenido un accidente. Las relaciones suelen ser así, te relacionas, los amas y te traicionan, y llevas esa mancha por el resto de tu vida. Si nunca te ha salido un mango podrido, significa que nunca has ido en busca de “mangos”. Mientras que sigas entablado nuevas amistadas, algunas te van a salir mal. No puedes evitar las relaciones malas, porque la gente es imperfecta. A veces, te das cuenta de la realidad con el tiempo. María viene y te dice: “Todos los hombres son mentirosos”. Porque a ella le quedó una mancha: a su primer novio, el único que jamás la ha besado, lo agarró besando a su mejor amiga, y ahora se rompió la relación y está quebrantada; cree que todos los hombres son iguales. Ella ha sido manchada y ahora qué hará. Por otra parte, Carlos dice: “Todas las mujeres son manipuladoras”. Porque cuando él era niño, su madre lo abandonó y se fue con el mejor amigo de su padre. Así que su padre cayó en depresión, y ahora le echa toda la culpa a esa madre que lo abandonó, y cree que todas las mujeres son manipuladoras. ¿Qué haces si andas de un lado para otro manchado? Cada vez que tratas de relacionarte duele.



Recuerdo que en una ocasión, visitaba al pastor Cash y me dijo: “Quédate unos días y nos divertimos juntos”. Luego, me dijo: “Siento que no te estás relacionando conmigo abiertamente”. Yo dije: “Sí, es cierto; hace meses estaba en una relación íntima con un hombre de Dios, pensaba que estaba cubierto, que se preocupaba por mi familia, pero hace unos días, me traicionó y estoy herido”. El pastor me miró y dijo: “Te entiendo, eso me ha pasado, pero ¿sabes que suelo hacer? Jamás paso las facturas de una relación a otra”. Fue una declaración sumamente poderosa. Estás en una relación con tu mejor amigo, te lastiman, es como que tuvieras una cuenta por cobrar. Los amas, confías, pero no es mutuo. Necesitas otro amigo, lo primero que haces es cobrar esa factura con el nuevo amigo. Ni siquiera fue él o ella, sino tu relación anterior, porque fuiste manchado. Solemos cargar estas manchas a todos lados que vamos.



Gálatas 6:2

Ese término “cargas” en griego significa “cuidado, problemas”. La Biblia dice que no podemos estar solos, tenemos que llevarnos las cargas relacionándonos. Dios nos diseñó para las relaciones, cuestan, duelen, pero aun así, Él quiere que nos relacionemos. No puedes aislarte. Decimos: “Yo fui lastimado y nunca me voy a casar”; o “intenté asociarme para formar una empresa y mi socio se escapó con todo, no más negocios para mí. Hay tres maneras de lidiar con manchas: Número uno, ignorarlas, eso es lo que hace la mayoría de gente, pretender que no existe. Dicen: “estoy bien, no me lastimó”, pero por dentro, no aguantas. Eso no sirve. Número dos: Descartas la vestidura, ahí está la mancha, te sales, rompes la relación. A veces, sí es necesario hacer eso. Decir: “Sí me agradas, pero eres demasiado costoso para mí, porque cada vez que estoy contigo, paro lastimado, paso dos días en oración para recuperarme”. Número tres: Dios quiere que confrontemos esa mancha, que la solucionemos. A veces, somos manchados por nuestros padres y no podemos cortar esas relaciones.



Isaías 43

No sigas repitiendo la historia. Ahora brotará la luz, incluso te abriré un camino en el desierto. Dios quiere restaurarte.



Filipenses 4:13

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece, puedes levantarte, ensancharte de esa mancha relacional.



Un violinista reconocido escucha acerca de una subasta de violines en su pueblo, se emociona, ve uno que le gusta mucho, pero no tiene suficiente dinero. Y dice: “voy a ir a traer más dinero”, y conforme sale; mientras un coleccionista lo compra. No lo va a tocar, sólo lo adquiere para guardarlo. Entonces, regresa con el dinero y le dicen que ya lo vendieron. Así que decide ir donde el coleccionista, pero él le dice que no está en venta. El violinista le pide poder tocarlo una vez más antes que lo guarde para el recuerdo. Y el coleccionista acepta, y aquel hombre lo toca hermosísimo. El coleccionista queda atónito, empieza a llorar y le dice que lo tome, porque no fue hecho para ser coleccionado, sino para ser tocado. Tú y yo somos del mismo modo. No fuiste creado para ocultarte por relaciones malas, para esconderte de tu dolor. Dios quiere que vivas de nuevo y goces la vida. Te quiere sano. Una universidad británica acaba de sacar una investigación sobre que la mayoría de personas lamentan no haber tenido sexo suficiente, pero lo que más resaltó es cuando muchos dijeron: “Debí haber amado más, haberme arriesgado más, no permitir que la voz de mi maestra de bachillerato me reprimiera por el resto de mi vida, debí haberme lanzado más, amado más”.



Las relaciones son dulces, los matrimonios son fabulosos, pero las heridas, las manchas que te acompañan pueden amargarte la vida, y las elecciones que tomes hoy determinarán si vivirás en alegría o si pasarás miserable. La gente más sola del mundo, es la gente casada estancada con la persona equivocada. Una soledad que ni te puedes imaginar.



Lucas 6:36



Siento que Dios quiere sanar heridas esta mañana. Hasta aquí, no más. No vas a tomar esta herida y la vas a introducir al 2008. No vas a salir de Hechos con la mancha de depresión, vas a soltarla. El espíritu del Señor está aquí hoy.


Dennis Sempebwa

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