Es habitual encontrarse con jóvenes y adultos, (ya sea que participen en nuestras comunidades e iglesias o no), a los que les es muy difícil tomar la iniciativa y dar pasos significativos para enfrentar conflictos o resolver alguna necesidad en su entorno. Hay algo que les paraliza y les impide avanzar.
Éstas podrían ser algunas razones que explican el por qué la falta de iniciativa:
- Muchos creen que a ellos no les corresponde actuar porque para eso están los “encargados”, los que tienen el “título de”, o los que han sido contratados para identificar y resolver esos conflictos. Su rol entonces se limita a ver, evaluar o criticar lo que esos encargados hacen, manteniéndose al margen.
- Otros “sienten” que no deben intervenir porque no son parte del equipo. No han sido nominados ni siquiera para estar en el banco de reserva por lo que, o se sienten desplazados o están esperando el momento en que alguien los nomine.
- Están los que de plano creen que no sirven para nada, que no son capaces y que bajo ninguna condición podrán iniciar algo. A lo más están dispuestos a seguir la iniciativa o instrucción de otros.
- También están aquellos que simplemente no logran identificar necesidades en otros porque están embelezados consigo mismos, por lo tanto, no es tema para ellos. Ni siquiera piensan en hacer algo por otros porque su pensamiento está centrado en lo que los demás puedan hacer a favor de ellos y para colmo, critican el trabajo de los demás.
Podríamos decir que la iniciativa es una cualidad única que define a un buen líder, y no estamos hablando de títulos, sino carácter. INICIATIVA es la capacidad de actuar frente a la identificación de una necesidad que debe ser satisfecha, un problema que debe ser resuelto o una oportunidad que debemos aprovechar, y la capacidad para definir los pasos necesarios para satisfacer, solucionar o aprovechar dichas necesidades, involucrando nuestros recursos y capacidades, dispuestos a asumir los riesgos y costos que ella pueda tener, sin que nadie tenga que pedirnoslo.
Dios es experto en tomar la iniciativa. Frente a la separación que produce el pecado entre Dios y el hombre, movido por su inmenso amor hacia nosotros, él toma la iniciativa y envía a su Hijo Unigénito, Jesús, para que a través de su vida, muerte y resurrección, podamos volver a tener comunión con él. Nadie se lo pidió, nadie lo obligó, él no le sacó la vuelta al precio: Actuó.
Tenemos el ejemplo de David: En el momento en que el ejército de Dios estaba rodeado por los filisteos, todos estaban paralizados frente a aquel gigante llamado Goliat, él le dijo al rey Saúl:
“¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él”. 1ª Sam.17:32
En medio de una situación desastroza, frente a una evidente necesidad de acción, David, (que ni siquiera era soldado), no esperó a recibir órdenes de nadie, sino que al ver la necesidad actuó. No sólo se conformó con hacer una linda oración y darles palabras de ánimo y aliento a sus amigos y hermanos, sino que tomó la iniciativa, se puso de pie y con una fe inquebrantable caminó directamente hacia el gigante, y lo mató.
He escuchado cantidad de veces a muchos jóvenes quejarse porque “nadie los toma en cuenta” o porque “no les dan espacio en los programas de sus congregaciones”… Y en parte puede que tengan la razón, sin embargo, me inclino a la idea de que muchas veces nos “sentimos” desplazados o mirados en menos porque ni siquiera sabemos quienes somos, ni sopesamos el inmenzo valor que tenemos en Cristo Jesús.
Nos miramos en menos porque desconocemos nuestra identidad, dependemos de algún cargo o nombramiento especial como para hacer algo y no tenemos idea de cuales son nuestros dones. Creemos que estos vendrán como por “arte de magia” estando cruzados de brazos. Cuando lo primero que deberíamos hacer es remangarnos las mangas y poner manos a la obra: acción.
Un verdadero líder (no me refiero al título), es aquel que toma la iniciativa cuando ve una necesidad (por insignificante o apoteósica que ésta pueda parecer), y toma la decisión de actuar. No está esperando que le digan qué hacer, ni depende de alguien que lo esté “picaneándo” por detrás.
Nuestra iglesia, nuestros hogares, establecimientos educacionales, nuestras ciudades, necesitan jóvenes y adultos que al ver la basura sacan su escoba y barren, aunque no sea su patio. Que sean de los que animan en lugar de lamentarse por lo malo de la situación. Que sean de los que van, entregan, dan, sirven, levantan las manos de sus líderes….en lugar de sentarse a calentar bancas y criticar lo que hacen los demás.
Un verdadero líder sabe que es parte del equipo de Dios y está dispuesto a tomar la iniciativa en el lugar donde está, reconociendo que es Dios quien le ha dado un nuevo equipamiento y fuerzas y que no está solo.
¿Quieres ser de los que toma la iniciativa? Aquí tienes algunos consejos:
- Busca a Dios, conoce y obedece su voluntad, actúa con valentía y esfuerzo
- Deja que él te defienda, proteja, capacíte e instruya
- Descubre los dones y talentos y úsalos conforme a su propósito
- Recuerda que te ha puesto como cabeza y no cola
- Has todo lo que tengas que hacer para ser como El
- No dependas de un cargo o nombramiento para obedecer sus propósitos
- Deja de esperar y comienza a actuar, ¡se parte de la solución!
- Atrévete a genera los cambios, siendo parte de ellos. Aprende a pagar el precio por ellos
- Has todo lo necesario para concretar tus sueños
- Vive escuchando lo que Dios dice de ti y rechaza las mentiras del diablo
- Sé y siéntete responsable y protagonista de tu propia vida
No podemos olvidar que él siempre está con nosotros, y separados de él no podríamos hacer nada. / Patty Marroquín (EspecialidadesJuveniles)
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