viernes, 12 de diciembre de 2008

Aprendiendo de la generosidad de Bernabé (Para jovenes cristianos)


Unos de los desafíos más difíciles que los líderes juveniles pasamos, digamos la verdad, es la relación que tenemos con nuestro pastor. La mayoría de las veces no nos supervisan, solamente nos “ponen a cargo” del grupo de adolescentes, como una niñera, y a veces pasan meses hasta que los pastores expresan interés en lo que hacemos con los chicos.

Y luego llegan los problemas. Si Dios nos bendice y el grupo crece, las relaciones se ponen difíciles con el liderazgo de la iglesia. Sin entender por qué, vemos que nuestro pastor se pone tenso, o empieza a criticar lo que los jóvenes hacen, a pesar de que “tuvimos éxito” en la taea que nos encomendaron. Es raro, pero en la oficina de LA RED juvenil siguen llegando líderes confundidos, que no entienden por qué su pastor los ve con desconfianza.

Estaba bien si ellos trabajaban con quince chicos locos. Pero si el número llega a 60 o más, parece que el liderazgo se siente amenazado.

Esto es común en toda hispanoamérica. Los líderes de generaciones anteriores no saben cómo comunicarse con los adolescentes de hoy, y cuando un líder que ellos han delegado multiplica su asistencia, estos líderes “históricos” sienten que tienen que tomar el control de nuevo, y a veces llegan a buscar una razón para remover al líder juvenil de esta responsabilidad, y lo rotan, o a veces, han disciplinado al líder y lo han sacado del liderazgo antes de que tenga “demasiado poder”.

Hace poco leí de un hombre en la Biblia que era diferente. Por eso me pregunté:

Qué tan preparados estamos para que otro nos sobrepase? Digo yo: Y si nos pasara a nosotros, actuaríamos diferente?

Cómo reaccionamos cuando un discipulo nuestro se luce, y hace las cosas tan excelente que lo ponen encima nuestro? Eso es lo que le pasó a Bernabé. El presentó a los apóstoles un hombre que se hizo crstiano de repente, y a pesar de haber sido un torturador y perseguidor, Bernabé lo “apadrinó” para que los creyentes lo aceptaran. Pasó el tiempo y lo tomó a cargo y le compartió los “secretos” y gajes del oficio, lo puso como su aprendiz en una nueva iglesia... Y cuando Dios los llama a un viaje misionero, este discípulo despunta, se hace poderoso en palabra y milagros, tanto que ya no miraban más a Bernabé como el jefe del barco, sino que ahora Saulo, su discípulo, tomó la rienda.

Y saben qué? Bernabé no lo mandó fuera por quitarle el mando, ni le reprochó porque le hacía sombra, ni se sintió amenazado por este brillante discípulo.

Esa era una característica de Bernabé: Sabía alegrarse cuando Dios usaba a otra persona, se alegraba cuando veía a Dios actuar y no actuaba como “el dueño de la franquicia”. La iglesia que él asesoró justo empezó así; de la nada, sin una comisión especial, sin formalidades. Empezó con gente de una raza distinta a lo que esperaban los ancianos de Jerusalén. Dios había empezado una iglesia entre los paganos griegos, sin ningún “control” de las autoridades reconocidas por la iglesia. Así que envian a Bernabé a supervisar, dice Hechos 11.22ss...

“ Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén, y enviaron a Bernabé para que fuera hasta Antioquía. Este, cuando llegó y vio la gracia de Dios, se regocijó y exhortó a todos a que con propósito de corazón permanecieran fieles al Señor. Era un varón bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor.

Después fue Bernabé a Tarso en busca de Saulo; y cuando lo halló, lo llevó a Antioquía. Se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha gente. A los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía”.

Se alegró de ver a Dios actuando, otros predicando, aunque nadie los había “autorizado”... más bien les animó: Claro, es que Bernabé era un hombre “bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe...”

Y yo pregunto: Somos nosotros así? Porque nos preguntamos por qué nuestros pastores reaccionan así. Pero si nos sucediera a nosotros, seríamos generosos o mezquinos? Animaríamos o más bien marcaríamos el territorio?

A la final el grupo juvenil, el conjunto de alabanza, las clases de escuela domincal NO son nuestras. O será que sí pensamos que somos los dueños del circo?

Seamos más bien como Bernabé: Generosos, no amantes de los títulos; y si sabemos hacer discípulos, alegrémonos cuando un aprendiz nuestro es puesto en nuestro lugar.

Jesús fue igual. Dijo que sus seguidores harían mayores cosas que las que él mismo hizo. No es impactante?

"Escudriña, Oh Dios mi corazón, prueba mis pensamientos, y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame por el camino eterno”. Sal 139

Escrito por: Santiago Valdéz

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