lunes, 9 de agosto de 2010

Fidelidad y recompensa devocionales para jovenes cristianos


La vida de José y Daniel, vidas separadas por casi un milenio, presentan muchas semejanzas. Desde su infancia aprendieron a conocer al Dios de sus padres. Ambos fueron injustamente deportados como esclavos cuando todavía eran jóvenes. Más tarde ambos fueron colocados en puestos elevados. Ninguno de los dos volvió a su país.
La deportación de José fue debida a los celos de sus hermanos, y la de Daniel debida a la consecuencia de los pecados de su nación. Con motivo de ese exilio habrían podido rebelarse contra la injusticia que los afligía e interrogarse acerca de la utilidad de permanecer fieles a sus convicciones. Pero no lo hicieron. Al contrario, tuvieron cuidado de honrar a Aquel a quien pertenecían: José no cedió a la seducción de la mujer de su amo para cometer adulterio, y Daniel rehusó contaminarse con la comida y el vino del rey idólatra.

¡Qué ejemplo para los jóvenes cristianos! Tal fidelidad no quedó sin recompensa: ambos recibieron un discernimiento fuera de lo común: la capacidad de anunciar el porvenir interpretando de parte de Dios los sueños de los monarcas a quienes estaban sujetos.

Aún hoy Dios honra la fe y la fidelidad: no seremos llamados a interpretar sueños, pero el Señor dará un discernimiento espiritual particular a aquellos que le aman, obedecen a su Palabra y desean honrarle en su testimonio cristiano.

José dijo:) ¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?
Génesis 39:9


Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey.
Daniel 1:8

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